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Soy rama de un gran árbol

Hoy, en el CRETA (Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón), han hecho la despedida a los de 6º curso. Entre ellos me encuentro yo.

El acto comenzó con el saludo del Director del centro. Seguidamente se hizo una oración, en la que después de recitar un cuento, y parte de un Evangelio, se leyeron desde el corazón unas bonitas palabras de acción de gracias a los alumnos, profesores,... El acto finalizó con un concierto ofrecido por los propios alumnos, y con un ágape fraterno.

Pasa el tiempo volando. Hace seis años que entré a formar parte de esa comunidad educativa, y hoy, ya nos están diciendo adios (bueno,... hasta luego). Y es que cuando llegan estos momentos, a uno le vienen a la cabeza recuerdos, casi todos positivos. Las clases de filosofía en la que sólo estábamos tres alumnos y el profesor. Las clases de latín, que dábamos en la secretaría, ya que también éramos tres. Los compañeros, que se dormían siempre en las últimas horas de clase.

Todo llega, todo pasa. Y estos recuerdos hacen que el corazón se estruje, o por lo menos así lo siento yo ahora. Lo que al principio te da un poco de miedo y reparo, se convierte al tiempo en una familia, en un lugar donde te encuentras tan agusto, que hasta el estudio se hace ameno, apetecible,... (tengo que decir que soy un poco mal estudiante).

Al final, uno se da cuenta de que, lo que no le gustaba nada (estudiar), ahora es algo de lo que nunca se va a poder separar. Porque se asemeja a las ramas con los troncos de los árboles. Si la rama se separa del tronco, se seca, se marchita, deja de vivir. Nunca hemos de dejar de estudiar. Durante estos seis años, han intentado hacernos gustar la teología. Y creo que lo han conseguido. Ahora nos toca a nosotros llevarla a la vida. Pero no quedarnos con lo que estudiamos, sino saber que toda la vida es estudio, es aprendizaje.

Se acabó el sexenio de estudios teológicos. Pero continúa la vida, ávida de saber.

Gracias a todos los que han hecho de estos seis años un periodo familiar, a todos los que han conseguido hacer de las clases, no un aburrimiento, sino un lugar donde gozar con el estudio. Gracias por hacerme sentir rama de un gran árbol, del que nunca me querré separar.

Somos melodías de Dios

Mi afición a la música, me ha hecho comprender mi vida como una melodía de Dios. Me explicaré...

Dios, es mi compositor-director. Está claro,... Él es el que va poniendo en el pentagrama de mi existencia las notas que van a marcar la melodía de mi vida. Porque sí,... la melodía que resulta de la sucesión de estas notas (experiencias, familia, seminario, compañeros, parroquia,...) es mi vida. Dios sabe hacerme entrar y salir de cada nota a su debido tiempo. Dios sabe hacerme guardar el debido silencio que necesito para que la siguiente nota comience a su tiempo. Dios sabe marcar el ritmo necesario para que mi vida no sea un desastre, sino todo lo contrario, una bonita melodía.

Y este comprenderme como melodía de Dios, me hace ser en el mundo melodía para los hombres. Una melodía que les lleve la mirada de Dios. Una melodía que demuestre que el mundo es pequeño y Dios es bueno. Una melodía que haga a todos preguntarse si ellos pueden también ser melodía agradable al Padre.

Sí. Todos somos melodías de Dios. Si lo descubres, serás más feliz. Te lo digo por experiencia. No te cierres a ser armonía del mundo.